Mucha gente piensa que el polígrafo funciona por los cables, los sensores o algún tipo de magia tecnológica. Pero la verdad es que el secreto está en las preguntas.
Una pregunta mal formulada puede arruinar todo el examen. Y no estoy exagerando: si la persona no entiende bien qué le estás preguntando, o si la pregunta tiene doble sentido, su cuerpo va a reaccionar… pero no necesariamente porque esté mintiendo.
En Polígrafo España llevamos años haciendo esto, y seguimos los protocolos de la American Polygraph Association (APA) y la European Polygraph Academy. Aquí te explico cómo funciona realmente.
Las preguntas relevantes: lo que realmente importa
Estas son las preguntas del caso. Las que van directo al grano.
Si estamos investigando un robo, preguntamos sobre el robo. Si es una infidelidad, sobre la infidelidad. Parece obvio, pero hay que hacerlo bien.
Ejemplos de preguntas bien hechas:
- “¿Tomó usted el dinero que desapareció el 5 de mayo?”
- “¿Mantuvo relaciones íntimas con alguien distinto de su pareja en los últimos tres meses?”
- “¿Ha filtrado información confidencial de la empresa?”
Lo importante aquí es ser específico. Nada de “¿hizo algo malo?”. Eso no sirve para nada.
Reglas básicas:
- Una pregunta = un solo hecho
- Sin palabras dramáticas tipo “traición” o “robo deliberado”
- La persona tiene que entender perfectamente a qué te refieres
Porque al final, lo que buscamos es que el cuerpo reaccione solo si la persona sabe algo del asunto. Simple.
Las preguntas de control: el truco está aquí
Aquí es donde mucha gente se confunde.
Las preguntas de control no tienen que ver con el caso. Son preguntas generales sobre el pasado de la persona, diseñadas para que casi todo el mundo se sienta un poquito incómodo al responder.
Por ejemplo:
- “¿Ha mentido alguna vez para evitar problemas?”
- “¿Ha tomado algo que no le pertenecía?”
- “¿Ha ocultado información importante a alguien cercano?”
La gracia está en que incluso la gente honesta duda con estas preguntas. Porque todos, en algún momento, hemos dicho alguna mentirijilla o nos hemos quedado algo que no era nuestro (aunque sea un boli).
¿Y para qué sirve esto?
Para comparar. Si una persona reacciona más a “¿alguna vez has mentido?” que a “¿robaste el dinero?”, probablemente esté diciendo la verdad sobre el robo. Su cuerpo está más nervioso con lo general que con lo específico.
Cuando alguien miente en lo importante, pasa lo contrario: reacciona más fuerte en las preguntas relevantes.
Las preguntas irrelevantes: respirar tranquilo un momento
Estas son las fáciles. Las que cualquiera puede responder sin pensar.
- “¿Está usted sentado?”
- “¿Hoy es martes?”
- “¿Se llama María?”
Sirven para ver cómo está la persona cuando está relajada. Es como tomar la temperatura base del cuerpo antes de medir si tiene fiebre.
Las intercalamos entre las otras preguntas para que la persona no se sature de estrés. Si todo fueran preguntas intensas, al final el examen no serviría porque el cuerpo estaría constantemente activado.
Las preguntas de mentira dirigida: el método más reciente
Este es un formato más moderno.
Básicamente, le pedimos a la persona que mienta a propósito en ciertas preguntas. Sí, como lo lees.
Ejemplo: “En esta pregunta quiero que respondas ‘no’, aunque la respuesta sea ‘sí’. ¿Alguna vez has llegado tarde al trabajo?”
¿Por qué hacemos esto? Porque así vemos cómo reacciona su cuerpo cuando miente conscientemente. Esa reacción nos sirve de referencia para el resto del examen.
No es para confundir a nadie. Todo está explicado y consensuado antes de empezar.
Cómo se mezclan estas preguntas en un examen real
Un examen típico tiene entre 10 y 15 preguntas por ronda. Y sí, repetimos varias rondas (normalmente entre 3 y 5) para asegurarnos de que los resultados son consistentes.
El orden suele ser algo así:
- Pregunta irrelevante → “¿Se llama Ana?”
- Pregunta de control → “¿Ha mentido alguna vez para protegerse?”
- Pregunta relevante → “¿Tomó el dinero de la caja el viernes?”
- Pregunta irrelevante → “¿Está sentado?”
- Pregunta de control → “¿Ha dicho mentiras en su vida?”
- Pregunta relevante → “¿Ocultó información sobre el dinero desaparecido?”
Este orden no es aleatorio. Está pensado para mantener a la persona estable emocionalmente y que su cuerpo no se acostumbre al patrón.
Los errores que arruinan un examen
He visto muchos exámenes mal hechos. Y casi siempre es por lo mismo:
Preguntas confusas
Si la persona no entiende qué le preguntas, su cuerpo reacciona por ansiedad, no por mentira.
Meter dos temas en una pregunta
“¿Robaste el dinero o sabías quién lo robó?” → Esto no funciona. Son dos cosas diferentes.
Usar lenguaje acusatorio
“¿Traicionaste la confianza de tu pareja?” → Malo. Mejor: “¿Mantuviste relaciones con otra persona?”
Cambiar el orden sin motivo
Si alteras la secuencia de preguntas, pierdes la validez del gráfico.
El polígrafo no es magia. Es ciencia. Pero como toda ciencia, si la aplicas mal, los resultados no valen nada.
Antes de empezar: la revisión de preguntas
Esto es importante y mucha gente no lo sabe.
Antes de conectarte al polígrafo, repasamos todas las preguntas contigo. Una por una.
Si hay algo que no entiendes, lo cambiamos. Si alguna pregunta te parece injusta o mal planteada, hablamos de ello. Todo tiene que estar claro.
También firmamos un consentimiento informado. Nadie te puede obligar a hacerte un polígrafo.
A veces hacemos una pequeña demostración del equipo para que veas cómo funciona y te quedes más tranquilo.
En resumen
El polígrafo mide reacciones del cuerpo, pero esas reacciones dependen de cómo se formulan las preguntas.
No es lo mismo preguntar “¿eres una mala persona?” que “¿tomaste los 500 euros del cajón el martes?”. La primera no sirve para nada. La segunda sí.
Por eso en Polígrafo España nos tomamos muy en serio la redacción de preguntas. Usamos protocolos internacionales, pero sobre todo usamos el sentido común y años de experiencia.
Porque la verdad no está en los cables. Está en cómo preguntas.